«Feyre está destrozada. Y aunque tiene a Tamlin por fin a su lado sano y a salvo, no sabe cómo podrá dejar atrás los recuerdos que la acechan… ni cómo mantendrá en secreto el oscuro pacto que hizo con Rhysand, que la mantiene intensamente unida a él y la confunde.
Feyre ya no puede seguir siendo la de antes. Ahora es fuerte y debe romper con todo lo que la ata. Su corazón necesita libertad»
Si os gustó la primera parte, Una Corte de Rosas y Espinas, esta parte os va a gustar mucho más. Avalado además por muchos booktubers y bookstagramers. Aquí todo girará en otro sentido al que nos llevó la autora en el primero. Nos hizo creer cosas y ahora pegará un giro inesperado.
Feyre no puede dormir por las noches después de lo transcurrido en la primera historia. Tiene muchas pesadillas y los nervios a flor de piel, rememorando cada minuto las escenas más traumáticas que vivió. Los que están a su alrededor no saben qué hacer y, además, es como que la dejan un poco de la mano de Dios. Realmente se preocupan y lo pasan mal pero no ponen medios para ayudarla. Aquí es cuando la autora quiere que empieces a odiar a ciertos personajes para que empieces a adorar otros (maldita seas, no era necesario esto!) y llevarte al terreno que ella quiere. Esto ocurre muy parecido en la saga Trono de Cristal, primero hace que te encariñes con unos personajes y luego los pone como lo peor.
Feyre deja de ver su lugar como algo idílico y perfecto. Comenzará a ver las cosas de otra perspectiva muy diferente. Quiere ayudar, quiere hacer algo. No quiere ser una simple muñeca a la que manejen, y donde se encuentra no la dejan hacer nada. La tienen como una muñeca llena de joyas y vestidos preciosos que no puede salir al exterior.
Un día tras otro, se acumula dolor y rabia hasta que llega alguien a salvarla de su miseria… ¿o a meterla en otra? y se la lleva a una ciudad escondida durante muchos años y que nadie, salvo sus habitantes, conoce. A partir de ahí, Feyre conocerá nuevos amigos, tendrá nuevos objetivos, y, un nuevo futuro.
Es verdad que al principio se hace un poco pesado, siempre lo mismo. Pero cuando llega a esa ciudad escondida, empieza realmente lo interesante del libro. Me encantó todo cómo fue transcurriendo.
Me pirra Rhysand. Me encanta Cassian. Me fascina Mor. Amren y Azriel ni fu ni fa, (no me matéis) Me reí un montón y también me aceleraba el pulso en algunas escenas entre Rhysand y Feyre que vaya… vaya vaya, el reloj me saltaba para recordarme que respire, que estoy tensa.
Si habéis leído la famosa escena de la tirada del zapato, ya me entenderéis. Fue de mis favoritas. También cuando enseña Rhysand a Feyre a leer y sobre todo, cuando tienen que entrenar. Las notitas que se envían, que cada vez se ponen más insinuantes y más pícaras. Tuve que leer varias veces (igual que Feyre) una de ellas, cuando la deja sola en una colina para que ella entrenara sola. (¿Sabéis cuál os digo?) Y también me gustó mucho cuando van a la Corte de Verano.
Y por último: me encanta la ciudad de Velaris. Me la imagino y tiene que ser ideal para vivir.
En resumen, no me gustan las segundas partes, pero esta es la excepción. Es mi libro favorito de la saga y volvería a leerlo otra vez. Ahora, eso sí, si pensáis leerlo, os aconsejo que dejéis el verano pasar, porque es muy largo y denso. Tardé mucho en leerlo.
PUNTUACIÓN: 5/5
POSDATA: ¿Cuál es vuestro personaje favorito?